ARTÍCULO DE OPINIÓN
Crisis económica, caída del consumo, freno de la inversión… La situación que estamos viviendo en la actualidad a nivel mundial es inédita en las últimas décadas. Las cifras no dejan lugar a la duda. El camino que tenemos por delante para recuperarnos de este cisne negro será largo y complejo.
Una de las consecuencias del confinamiento ha sido que muchos proyectos de I+D+I se han visto frenados en seco. La capacidad de inversión ha caído dramáticamente y las posibilidades de obtener financiación para poder mantenerlos en curso a pesar de las políticas expansivas de los bancos centrales a día de hoy es limitada.
Sin embargo, hay sectores en los que la investigación no se ha detenido, más aún, ésta se ha incrementado. Uno de ellos es el área sanitaria, hecho que no debería extrañar a nadie. Pero otro que muestra indicios de su fortaleza para los próximos años es el de la movilidad autónoma.
Esto no debería sorprendernos por varias razones. La primera es que estamos hablando de un sector con un objetivo marcado a el largo o muy largo plazo, mientras que la crisis actual parece que tendrá una duración sensiblemente inferior.
El segundo motivo es que nos encontramos ante un escenario que requiere un distanciamiento social. El trasporte público desafortunadamente no nos permite garantizarlo, por lo que se está optando por soluciones de movilidad de menor capacidad, es decir, vehículos privados.
Esto es un problema serio, pues muchas personas no podrán hacer uso de determinados servicios de movilidad. Pensemos solo en el gran porcentaje de población que no tiene carnet. Todos ellos tendrían el riesgo de quedar fuera del sistema, o asumir unos costes mucho mayores en un momento en el que los ingresos de las familias se van a ver muy reducidos.
El incremento en el número de desplazamientos en vehículo privado supondrá una mayor congestión de nuestras vías públicas. Hablaremos entonces de mayores índices de contaminación, mayor número de horas perdidas al volante, mayor número de accidentes…
En otras palabras, volveríamos a sumergirnos de lleno en los problemas del sistema de movilidad tradicional incrementados en un momento en el que parecía que habíamos encontrado herramientas para luchar contra esta tendencia.
“[…] no estamos dispuestos a volver a tener ciudades con altos niveles de polución, ruidos y estrés”.
Y según las últimas decisiones que están tomando muchos ayuntamientos a nivel mundial, da la sensación de que no están, o mejor dicho, no estamos dispuestos a volver a tener ciudades con altos niveles de polución, ruidos y estrés.
Por ello, la movilidad inteligente y sostenible se está posicionando como una alternativa sólida que en conjunción con otras medidas, nos permitiría reducir el impacto negativo del modelo de movilidad tradicional.
Gracias a la posibilidad de planificar mejor las distintas rutas, podríamos hacer uso de un sistema multimodal, de forma que no dependamos tanto del trasporte por carretera y
empecemos a coordinar todas las alternativas existentes: platooning, pods autónomos, drones, y un largo etc que nos permitiría mantener el nivel de servicios, haciendo un uso más racional del espacio disponible.
“La logística de última milla lleva experimentando una tendencia creciente en los últimos años”.
En este sentido, la logística de última milla lleva experimentando una tendencia creciente en los últimos años. Sin embargo, es precisamente durante el confinamiento cuando hemos visto su importancia crítica para no dejar desabastecidas a muchas personas, y gracias a la movilidad autónoma podríamos darles una solución para asegurarnos de que pueden acceder a bienes y servicios que de otra forma podrían verse privados.
Estamos ante la mayor disrupción del último siglo. Nuestros hábitos, nuestras decisiones, nuestras relaciones han cambiado. Pero hasta que llegue la vacuna, debemos intentar luchar por soluciones que nos ayuden a reducir su impacto.
Nunca antes fue tan necesario unirnos para lograrlo.
AEVAC empresa colaboradora de Tech4Fleet.
