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Artículo Aitor Fernández
  • 20/04/2020
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ARTÍCULO DE OPINIÓN

La Vuelta a España, el Tour de Francia, el Giro de Italia… Aunque solo sea a través de los medios de comunicación, todos hemos visto en algún momento esa imagen de los ciclistas circulando por nuestras carreteras.

De aquellos días conservo los recuerdos de la emoción al ver el enorme esfuerzo de esas etapas épicas de alta montaña, las escapadas desde lejos o la victoria conseguida en los metros finales; y sin embargo hay algo que con el tiempo, quizás por no ver, me despierta mucha más curiosidad: la capacidad de circulación de los ciclistas en pelotón; esa serpiente multicolor que iba evolucionando de continuo, zigzagueando, estirándose y contrayéndose en función del momento de la etapa; y todo realizado en perfecta sincronía de forma automática en función de las necesidades de la carrera.

En cierto modo todo esto me hace pensar en la teoría de enjambres (swam theory), a través de la cual se trata de explicar el comportamiento de grandes agrupaciones de seres vivos. Según esta teoría, cada individuo toma sus decisiones a través de unas pocas reglas sencillas, que cuando son seguidas por todo el grupo ocasionan la aparición de un cierto orden dentro de ese inmenso caos.

Tenemos muchos ejemplos de este comportamiento en la naturaleza como las bandadas de estorninos, las colmenas de abejas, los bancos de atunes, las manadas de cebras…;y algo incluso más cercano a nuestro día a día que nosotros mismos generamos, el tráfico de nuestras ciudades.

 

EL ORDEN DENTRO DEL CAOS

Lo primero de todo, ¿cómo se logra generar ese orden grupal dentro del enorme caos individual?

Recurramos por ejemplo al caso de los estorninos.

Gracias a un estudio de 2008, unos investigadores italianos descubrieron que estas aves cuando vuelan en formación solo tienen que imitar la velocidad y la dirección de los siete pájaros más cercanos, lo cual simplifica mucho la toma de decisiones.

Si observamos el resultado en 3D aplicando este árbol de decisiones sobre millares de estorninos, se puede ver como se crea una nube de pájaros en constante cambio, volando en perfecta sincronía sin producirse choques entre ellos, y todo ello basado en muy pocas reglas.

En el ciclismo ocurre algo parecido. Un corredor, estando en el centro del pelotón no puede observar todos los factores que afectan a la carrera, por lo que sus posibilidades de elección se ven muy limitadas, lo cual favorece mucho su toma de decisiones. Además, a diferencia de las aves, su campo de actuación se reduce a dos dimensiones, por lo que la complejidad es aún menor. De este modo, mientras no se produzca ninguna situación anómala, todos circulan en conjunto, aprovechándose de las ventajas de velocidad que les ofrece el grupo.

¿PUEDE LA LOGÍSTICA SACAR PARTIDO A LA TEORÍA DE ENJAMBRES?

En cierto modo, es algo que llevamos haciendo mucho tiempo y que conseguimos al establecer unas normas de circulación comunes para todos los individuos. Reforzando su cumplimiento mediante las señales de tráfico, los semáforos, las limitaciones de velocidad o las multas conseguimos que decenas de miles de individuos puedan seguir cada día las mismas reglas de juego, creando este orden dentro del caos que supone el tráfico urbano.

Pero plantearnos la pregunta anterior debería servirnos para estudiar si podemos ir todavía un paso más allá, de forma que lográsemos beneficios aún mayores usando esta teoría, consiguiendo esa reacción automática de forma autónoma.

Así pues la pregunta sería, usando “unas reglas sencillas”, ¿podemos automatizar el comportamiento de un grupo de vehículos y lograr que se conduzcan solos?

La respuesta es sí, y para entenderlo, solo tenemos que mirar de nuevo la estrategia seguida en la toma de decisiones por los individuos de las bandadas de estorninos o de los ciclistas cuando van agrupados en el pelotón. Por eso solemos hablar de pelotones de vehículos, o si nos ceñimos al término inglés, “platooning”.

Al introducir restricciones, reduciendo las infinitas posibles decisiones conseguimos crear un marco que cada individuo puede seguir con facilidad. Mientras que todos lo respeten y no haya comportamientos oportunistas, el conjunto puede beneficiarse de los beneficios como grupo.

Si llevamos todo esto al sector del transporte, hay un caso de uso muy interesante donde se puede aplicar con relativa facilidad: la logística de mercancías en vías rápidas de circulación, usando pelotones de camiones, es decir, lo que se conoce como platooning, un primer paso que nos permite ya hoy aprovechar soluciones de conducción autónomas seguras y perfectamente aplicables desde el punto de vista técnico en nuestras carreteras.

Aitor Fernández
Aitor Fernández

Presidente de AEVAC
Asociación Española del Vehículo Autónomo Conectado

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