
ARTÍCULO DE OPINIÓN
Es sabido por todos que la sociedad es algo vivo, y como tal, experimenta cambios adaptativos para ajustarse a las nuevas realidades, la mala noticia es que en tiempos de ajuste no todos demuestran la misma resiliencia. Se trata de un círculo que se retroalimenta; nosotros generamos los mismos cambios a los que como sociedad nos tenemos que adaptar.
En los últimos años esta dinámica se está acelerando de manera exponencial, y a estas alturas ya nadie pone en duda que la única constante es el cambio. Hablamos de un cambio de paradigma a todos los niveles, y todos ellos relacionados. La gente habla de crisis, yo prefiero enfocarlo como cambios de modelo; lo viejo se acaba para convertirse en lo nuevo.
La tecnología no es más que el fruto de transferir los conocimientos científicos a cualquier ámbito práctico de la vida. En mi opinión, hoy más que nunca, los avances tecnológicos son los principales impulsores y catalizadores de los continuos cambios paradigmáticos.
La conjugación de diferentes ingredientes está dando lugar a la primera revolución permanente, o como se suele decir, la cuarta revolución industrial. La industria produce tecnología, la tecnología cambia hábitos y esos hábitos demandan tecnologías disruptivas que vuelven a cambiar los hábitos, y suma y sigue.
Gran parte del tejido empresarial lleva años en una especie de limbo, con la mente aferrada al viejo modelo y sentados en el banco de la estación de tren, nostálgicos de un pasado que sólo vive en sus mentes y víctimas de su propio sabotaje. Otros, por fortuna, se adaptan y otros generan los cambios. Las empresas son las personas que hay detrás, y por tanto cada empresa es un mundo.
No descubriré nada nuevo si afirmo que el ser humano por naturaleza es reacio al cambio, y convendrá el lector conmigo que en los últimos años conceptos como resiliencia, inteligencia emocional, coaching empresarial y soft skills, por citar sólo algunos, se están haciendo hueco a pasos agigantados para ayudar a las personas y empresas a soltar amarras y navegar a favor del cambio.
Términos como el IoT han venido para quedarse.
Términos como el IoT (acrónimo anglosajón de “Internet of Things”) han venido para quedarse. Si bien es de rigor admitir que ya desde hace bastantes años tiene aplicaciones, también lo es el hecho de que han sido las redes móviles, los avances en IA, los sistemas de Big Data, analítica y la computación en la nube los que desde hace escasos años lo han catapultado incontrovertiblemente hacia la fama.
El IoT se postula como uno de los principales ejes vertebradores de la continua transformación que nuestro mercado, sociedad y tejido empresarial experimentan. Dicha transformación sólo tiene sentido si con la misma somos capaces de convertir la información en conocimiento útil para la toma de decisiones, ya sea a nivel planetario, social o empresarial.
Dentro del IoT empresarial hay muchos capítulos; la telemática de flotas, activos y trabajadores móviles es sólo uno de ellos, pero ¿ y por qué no?; es un primer y pequeño gran paso para empezar. No se puede ir a la guerra sin armas. Mientras las empresas resilientes e innovadoras invierten en estos sistemas para competir, la vieja escuela ve un gasto donde existe inversión.
LA DIGITALIZACIÓN DE LAS FLOTAS DE VEHÍCULOS
El cuento está cambiando tanto que, la digitalización de la flota ya no sólo es necesaria para competir en costes y servicio, sino que, y esto es muy importante, se está volviendo indispensable para colaborar en ecosistemas digitales que integran clientes, colaboradores, partners, proveedores y cadenas de suministro.

El riesgo de no digitalizar la flota con el sistema telemático adecuado ya no estriba sólo en la pérdida de eficiencia, competitividad y nivel de servicio. Va más allá, existe un creciente riesgo de exclusión, puesto que otra megatendencia son los ecosistemas digitales colaborativos.
Lo que hasta hace poco era fuente de ventaja competitiva, hoy, y no mañana, es ya un imperativo.
Así es comparto tu visión en todo lo antedicho.
Abrazos y buen articulo.